Hoy

22:03:00 Aitana 0 Comments

Hoy me he levantado un poco regulín, después de una noche inquieta, saturada de esos sueños reincidentes que me persiguen de vez en cuando, incluso en este lado del Planeta. Hoy me he levantado regulín, y debería haber sabido que tanta felicidad condensada durante el fin de semana iba a exigirme algo a cambio.  Como ya sabéis, y si no lo sabéis os lo cuento ahora, cuando me siento regulín me da por la hiperactividad, más concretamente por meterme en la cocina. No sé exactamente por qué, pero rodearme de olores y sabores, de texturas y colores hace que me relaje, que tenga que estar pensando cuánto son 125 gramos de azúcar (cuando no tengo una balanza) y no en lo que me ha hecho dar vueltas en la cama, que tenga que pensar si mejor batir a mano la mezcla, o echar un poco más de levadura, o añadirle más harina, o quitarle un poco de mantequilla. 

Así que hoy he salido de trabajar, me he ido al mercado y he elegido cuidadosamente lo que iba a comprar, con mi lista de la compra escrita a lapicero. He llegado a casa y entre otras cosas he limpiado el congelador, he preparado guisantes al estilo abuela Julita para comer mañana, he cocinado coliflor al estilo Melania para cenar esta noche y he preparado un pastel estilo buena mujer para desayunar mañana. Y si en algún momento pensé que no tener horno iba a suponerme un problema, me equivocaba.


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