Y de nuevo vamos de mudanza, y es que todo es cuestión de prioridades.

Porque cuando vivía en una casa donde el moho subía literalmente por las paredes y a una hora andando de la ciudad, quise una casa calentita y cerca del centro.

Y cuando tuve una casa calentita y justo en el centro, quise una casa con un horno y una cocina en condiciones, con un salón y un sofá donde sentarme a leer.

Y cuando tuve una casa calentita, en el centro, con horno, cocina en condiciones y con un sofá donde sentarme a leer, quise una casa donde mis compañeros de piso no dejaran los platos sucios de comida en mi cocina en condiciones semanas enteras, donde no dejaran montañas de ropa en el salón que crecían a una velocidad vertiginosa sin que nadie pareciera darse cuenta, donde entrar en la cocina no requiriese pertrecharse con botas de seguridad y una palanca por si me quedo pegada en el suelo y nunca más puedo salir. 

Así que ahí vamos de nuevo, esperando que esta nueva casa que cumple casi todos los requisitos sea por fin un lugar donde poder sentirme en casa, donde guardar, por fin, las maletas y sentir que ya no estoy de paso. 

Seguiremos informando.